Es el primer día que el cielo no despierta totalmente despejado. Precisamente el día que nos vamos a visitar el muro. Pero como no podemos hacer nada al respecto, cogemos los paraguas y allí nos vamos.
El barrio en el que se encuentra el East Side Gallery no tiene nada que ver con lo anterior. Es curioso ver algo que en su momento marcó un antes y un después en la vida de tanta gente. Nos ha empezado a herrera cosa linda así que nos hemos escapado a la estación de tren para refugiarnos y tomar un café.
Tras el descanso, nos hemos dirigido hacia la isla de los museos. Por el camino hemos tenido que hacer una parada técnica en una universidad para ir al baño. Ahí hemos entrado nosotros con nuestras pintas entre profesores trajeado. 😂😂😂
Primero hemos decidido ver el Museo de Pergamo. Es el museo de Berlín que todo el mundo recomienda. La verdad es que es muy completo y que la entrada incluya audio guía está genial.
Sin embargo, tras dos horas nos hemos dirigido al Neues Museum y horror. No merece la pena. Réplicas por doquier. Mal.
Cimo la exhibición del monumento del Holocausto cierra a las 7, o eso habíamos leído, nos dirigimos hasta allí para aprovechar el tiempo. Pero, evidentemente, estaba cerrado. Así que ya reventados, sin comer y teniendo en cuenta el ritmo de la ciudad, decidimos que lo mejor es ir a cenar. Y, ¡qué buena idea!
Nos dirigimos a orangestrasse 162. Nos han recomendado Max und Moritz para comer el típico codillo alemán. Ahí que nos vamos. Muchos trasbordo en metro nos hacen salir en una calle, para variar, poco iluminada. Pero a la altura del 162, nos encontramos la típica taberna alemana. Nos colocan en una pequeña mesa alta ya que el local está completo. ¡Un lunes! Pero sí, aquello está atestado de alemanes.
15min más tarde ya estamos degustando nuestra cerveza casera y el plato de codillo. Menos mal que somos de buen comer y no habíamos comido nada desde el desayuno. Muy recomendable.
De ahí sólo nos quedaba ir rodando hasta el hotel para descansar.
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