sábado, 7 de abril de 2018

Día 9 - Reykjavik

El último día completo en Islandia nos lo tomamos de relax. Ya nos hemos dado cuenta de que la ciudad es pequeña así que nos sobra tiempo para acabar de visitarla. Lo cierto es que ayer ya visitamos prácticamente todo así que nos lo tomamos con calma.

Mientras acabo un trabajo del máster, B hace una incursión en busca de pan. Incursión o excursión que nos hace pensar que la han secuestrado o algo.😂😂😂 Pero no, aparece con pan, pan de molde y un bollo. Dormir en una cama real, una ducha con alcachofa cenital, estando en el centro de la ciudad y con el sol entrando por la ventana. Un lujo.

Desayunados, nos lanzamos a las calles de Reykjavik. En principio, el objetivo es visitar la zona del ayuntamiento. La realidad es que tras visitarlo, lo cual merece la pena ya que en él se encuentran distintas infografías en la que se entiende la vida en el país así como varias maquetas de la ciudad, nos lanzamos a realizar las compras que nos quedan: algunos regalitos varios, otros caprichos, otros, nos sentamos a mirar cómo compran.😂😂😂

Sobre la 14.00, nos dirigimos de nuevo al apartamento. La ventaja de tenerlo en el centro es que en cosa de 10min estamos en él, lo cual nos permite dejar compras o incluso parar a comer. Antes de llegar, eso sí, hacemos una parada en un Vindum, la tienda en la que se vende el alcohol.

viernes, 6 de abril de 2018

Día 8 - Reykjavik

Amanecemos por última vez en nuestra furgo. Al final, hasta nos va a costar imaginar no estar en ella. Ya estamos totalmente acostumbrados. Último día de ducharnos en un camping mientras vamos recogiendo todas las cosas de la furgoneta. Parece otra cuando metemos todo de nuevo en las mochilas.

Tras desayunar damos una vueltecilla por  el camping. Al otro lado hay unas cabinas de diseño que miran a la bahía, donde también se encuentra una guardería en la que hay 7 niños rubitos super simpáticos que no quieren más que jugar.

Finalmente, arrancamos la furgoneta dirección Reykjavik. Nos vamos a acercar al apartamento y ya allí, decidimos. Llegamos con bastante facilidad pero no podemos entrar hasta las 3 y todavía no lo han limpiado así que cogemos lo necesario y nos lanzamos a las calles de la capital.

Estamos situados en el centro por lo que se nos hace fácil llegar caminando a todas partes. Nos dirigimos hacia la catedral luterana, no sin antes parar en varias tiendas que encontramos por el camino.

Hacia las 14.30, intentamos entrar al apartamento pero aún están limpiándolo por lo que decidimos aprovechar ese momento para comer por última vez en la furgoneta. Posteriormente, subimos todos los trastos al apartamento, que por cierto, está muy bien y su localización también es buena (junto al puerto).
Contrarreloj, volvemos a devolver la furgoneta. Yoann, nuestro gestor, nos atiende de nuevo y tras comentarle algunos problemas que hemos tenido, sin mayor pega, nos devuelve el dinero, tanto del transformador que no ha funcionado como de las bombonas de gas que no hemos usado. La verdad es que Campeasy es muy recomendable: los nórdicos calientan de verdad, no nos han puesto pega alguna y además han tenido un servicio de atención al cliente muy buena.

Nos ponen un taxi hasta el centro y aprovechamos para visitar el Harpa, el centro de conferencias y opera d els ciudad, así como las distintas estatuas y esculturas que se pueden encontrar a lo largo del paseo. A los que os gusten los espacios y la arquitectura, seguro que el Harpa por dentro os encanta.

Tras el paseo, volvemos hacía las 8 a casa para preparar la cena. El plan es cenar e ir en busca de auroras otra vez.😎😎😎 Con la tripa llena, nos abrigamos (estrenando incluso los jerseys islandeses) y salimos a las calles de Reykjavik. Nos vamos hacia la zona del Harpa puesto que está despejado y oscuro.

Llegamos y ya hay alguno más por ahí. Cogemos sitio, nos posicionamos y en las siguientes horas, van y vienen distintas personas. Junto a nosotros, que vamos abrigados con 4 capas, se pone un islandés. ¿Cómo lo sabemos? Porque va con zapatillas, vaqueros y una sudadera y al posicionarse se saca varias cervezas para pasar las horas. Igualito que nosotros.😂😂😂

Aguantamos un par de horas pero nada, no se avista ninguna aurora boreal. Así que recogemos el equipo fotográfico y nos vamos de vuelta a casa.

miércoles, 4 de abril de 2018

Día 7 - Reykjanes, Blue Lagoon

A las 4 de la mañana suena la alarma. Nuestra esperanza de ver auroras no cesa. Tras la excursión de rigor al baño, nos dedicamos a mirar un rato al cielo pero parece que no hay suerte. Volvemos a retirarnos a la furgoneta a que el viento nos arrulle porque menudo vaivén. Unas horas más tarde ya amanecemos. Vuelve a ser un día soleado pero sigue soplando el viento.

Entramos a la cocina y antes de poner en marcha el desayuno ya está nuestro amigo de cuatro patas pidiendo mimos. Lo cierto es que tienen una cocina muy cómodos y agradable para preparar tostadas y café al gusto.

Tras el desayuno y las duchas, miramos la web de cabecera para ver cómo están las carreteras y visto el panorama (la península noroeste está peor que ayer), decidimos ir hacia la península de Reykjanes, al sur de Reykjavik. Un poco a la aventura y a la deriva.

Volvemos a pasar el túnel en forma de uve para bordear Reykjavik. Nuestra primera parada: el faro de Gardur. El sol engaña porque sigue soplando un viento de narices. Sin duda, el mayor problema de Islandia no es el frío sino el viento. De verdad, si vais a venir, traed capas y más capas.

Tras visitar los faros, nos vamos al puente que une la placa tectónica norteamericana y la de Eurasia. Impresiona pasar por encima de la falla y ver la separación que hay entre más placas. No nos damos cuenta de estas cosas que estudiamos en los libros pero que en algún lugar del planeta se hacen visibles.

Ya en la furgoneta parece un buen momento para unas cervezas congeladas y unas patatas que, finalmente acaban en una ensalada completa y café. La buena vida del furgonetero. 😂😂😂 Aunque casi tenemos que invitar a que suba a Mickey que andaba por ahí.😂😂😂

Con la tripa llena, arrancamos a la penúltima parada; Gunnhuver. Allí, vemos las distintas fumatas que se forman en el interior de la tierra y salen en forma de vapor, el cual moja bastante más de lo que parece. Es curioso ver el vapor salir tan denso y con tanta fuerza de dentro de la tierra.

Cómo última parada del día, nos acercamos al Blue Lagoon, un spa de agua geotermal. La pena es que no hay entrada nada más llegar y tenemos que esperar. Así que en ese impás aprovechamos para mirar el camping para la noche y las cuentas mientras nos tomamos una cerveza. No hay que perder el tiempos.😉😉😉

Sobre las 19.45 nos ponemos en la cola para entrar. Si venís, no necesitáis nada más que un bañador; la toalla y todo lo necesario para la ducha os lo proporcionan así que, perfecto. Nos cambiamos y tras algunos problemillas con las pulseras, nos encontramos ya en el lago. Con la entrada sencilla, se incluye una bebida y una mascarilla de cara así que, nada más entrar ahí que vamos a por la mascarilla y la cerveza. Sólo nos queda relajarnos estando rodeados de nieve y sumergidos a 38°.

Pasadas las 10, salimos ya duchados y todo. Tenemos fichado un camping q unos 10min de aquí así que ponemos rumbo a él. Al llegar, está nevado y helado por lo que nos queda rascar un poco el asfalto lo cual hace que nos carguemos dos palas y una olla.😂😂😂

Unos sándwiches nos sirven como cena rápida. Estamos reventados así que nada más acabar nos vamos a lavar los dientes. ¡Pero el día no había acabado!

Estando en el baño empiezan a aparecer ¡auroras! Empiezan a pincelarse franjas turquesas, con distintas formas. Algunas más intensas. Otras menos. Empezamos a gritar. Parece que en el camping nadie quiere verlas. Nos tiramos cerca de una hora esperando a que vuelvan. Tenemos la suerte de ver varias tandas aunque la más espectacular es la primera. Y eso que hoy no había casi probabilidad: 1/9. Mañana se supone que habrá 3/9. Así que hemos visto auroras pero ¡puede que no sea la última vez! Habrá que ver si hay suerte.

martes, 3 de abril de 2018

Día 6 - Selfoss, Kerid, Borgarnes

El frío que hace no es normal. Los pantalones qu se habían humedecido, se han petrificado por el frío. ¡Dentro de la furgoneta! Es el día más frío con diferencia. Mediante un sprint, llegamos a la cocina con todo el kit del desayuno y los bártulos para la ducha. ¡Hoy desayunos hasta tostadas! Aunque otros las han comido gracias a nosotros ya que habían puesto las tostadas con la tostadora sin enchufar.😂😂😂

Aprovechamos que la ducha es ilimitada para volvernos a duchar antes de salir mientras dejamos ya cocida la pasta dle mediodía. Hay que ser prácticos.😉😉😉 Mientras recogemos arrancamos el coche para que se vaya calentando pero la sorpresa llega cuando nos queremos mover: con la nieve no vimos que anoche aparcamos sobre hierba lo que implica que con el peso y el barrizal las ruedas se han hundido y patinan. Buscamos alguna madera o cartón para poder salir, pero para cuando nos giramos ya está el señor del camping y otro más con un 4x4 para tirar de la furgoneta. En 5 minutos, estamos ya en marcha. Menos mal que nos ha pasado en un camping y no en una cascada. Aprendemos otra norma de los furgoneteros: hay que fijarse bien sobre qué se aparca (sobre hierba no es buena idea).

Ya en marcha, pasamos por el famoso puente de Selfoss para ir a Kerid, un cráter. Eso sí, ya hemos aprendido algo el coche marca -5° y antes de salir, nos abrigamos con las 71525282852 capas que tenemos. Dos buffs, dos gorros y unos guantes más tarde, nos hacemos los valientes y decidimos salir de la furgoneta para darnos cuentas de que vamos a necesitar también las gafas de sol para protegernos del viento. Es inceeible el frío que hace. No había sentido tanto frío jamás, hasta el punto de no sentir ni los dedos de las manos ni los dedos de los pies.

Nos cuentas avanzar unos pocos metros por la cresta del cráter debido al viento. Como buenamente podemos, nos hacemos una foto para inmortalizar el momento pero pensamos que dentro del cráter estaremos más protegidos del viento así que marcha atrás y escaleras abajo. Efectivamente así es. Nada más empezar a descender se nota que el viento no sopla igual y eso nos permite disfrutar del lago.

Sobre las 12.30 ponemos rumbo a Borgarnes, una ciudad en el noroeste que está a una hora y media aproximadamente. En el camino, tenemos que pasar el único peaje de Islandia v un túnel de 6 km en forma de uve para pasar de un lado al otro de la bahía.

Al mediodía, llegamos a Borgarnes, e importante, compramos un Coto de Unas y cervezas islandesas.💃💃💃 Arrancamos hasta un camping con vistas y preparamos la pasta que ya traíamos con tomate, hummus y jamón serrano para picar, aderezado todo de vino. Qué simple es todo. Sin embargo, la comida resulta accidentada: al estar cerrado el camping, limpiamos la vajilla en la nieve; más tarde el aire hace que los sobre de café vuelen y tengamos que salir corriendo tras ellos, y ya, para cierre, se nos esparrama un café por la furgoneta y le tenemos que dar un refriegue con papel a la furgoneta. Eso sí, el café con un bollo de canela que sabe mejor.

Arrancamos dirección al norte. El objetivo es poder visitar la península del este entrando desde el norte. Sin embargo, a medio trayecto, en una carretera serpenteante, nos encontramos con bastante hielo.  Marchas cortas sin frenar pero el coche patina.  Abortamos misión. Nos bajamos como si fuéramos el equipo A, de una salto. Vestida de rojo para que nos vea un coche, empezamos a maniobrar para cambiar de dirección. En una carretera sin arcén y cerca de un terraplén. Acabada la misión, subimos de golpe de nuevo. Marchas cortas para bajar sin pisar el freno. Salimos airosos de esta misión. O al menos, eso creemos.

Luce el sol pero el viento no hace más que soplar.nos dirigimos hacia Reikyavik pero ya que estamos en esta zona, buscamos algún otro camping que esté abierto.

Así es como llegamos a un camping que es una especie de granja-escuela. Una casa en la que eres casi uno más de la familia, el perro viene a pedir mimos y los sofás son de esos que te abrazan. Descansamos durante una hora y algo y ya durante la cena, comentamos que parece que el cielo está muy raso y que puede que sea nuestra noche de suerte. Quién sabe.😉😉😉

lunes, 2 de abril de 2018

Día 5 - Reynisdrangur, Skogafoss, Seljalandsfoss

Nos despertamos en Arendelle; todo blanco. Anoche parecía que iba remitiendo pero ha estado nevando durante toda la noche y todo está cubierto. Desayunamos con nuestros amigos orientales; parece que viven aquí.

Con todo preparado, arrancamos, dirección Vik. Queremos llegar a ver las playas negras aunque nos tenemos que las que negras serán blancas porque no ha parado de nevar en ningún momento. Empezamos el camino, poco a poco. Aunque no para de nevar, la carretera está bastante bien así que en algo más de una hora llegamos al mismo supermercado de hace dos días y volvemos a hacer acopio de víveres, especialmente pan y fruta, aunque cae algún extra también.😜😜😜

Seguimos adelante hasta las famosas playas negras y sigue sin parar de nevar. Deben de ser bastante peligrosas puesto que incluso hay carteles que anuncian del peligro de las olas. Y lo cierto es que se puede apreciar claramente que tiene mucho arrastre y resaca. Es increíble estar en una playa de basalto, viendo la nieve arriba y que a su vez esté nevando. Alguna risa ya nos echamos también a cuenta de los turistas a los que alcanzan las olas.😂😂😂 Si es que a veces somos de traca.

Tras una hora paseando por ahí, nos hemos ido a la otra punta de la playa para admirar otra parte de la misma. Según llegamos al aparcamiento y nos estamos bajando, una mujer nos grita que parece una grulla. Casi me da la risa. Eso sí, mi cerebro ha procesado que podía ser sordomuda (efectivamente) y la risa se me ha cortado de golpe. Empezamos con la visita de la zona y parece que poco a poco se está limpiando el cielo porque ya se puede ver el otro lado de la playa y antes no se podía ver, si quiera, el final de la misma. Las vistas nos recuerdan al sudeste asiático, típica estamos de Tailandia o similar, sólo que allí suelen ser de piedra caliza.

De ahí, partimos a Skogafoss, la cascada en la que dormimos ya que queremos subir para verla desde arriba. Y así lo hacemos nada más llegar. 429 escaleras  separan los 60m de caída que tiene la cascada. Despacito pero sin prisa, llegamos arriba y nos volvemos a quedar sorprendidos con la vista (y con la irresponsabilidad de muchos que andan por ahí que con tal de sacar una foto son capaces de arriesgar su vida y la de sus hijos).

A la bajada, nos preparamos una ensalada de patata que da gusto. Y de remate, café. Si es que ya estamos totalmente habituados a la vida de furgoneta.😂😂😂 Eso sí, antes de irnos, parada obligatoria en el baño y ahí que nos encontramos más euskaldunes. Si es que somos pocos, pero nos movemos que da gusto.

Nos vamos en busca de más cascadas. La parada la tenemos a una hora aproximadamente. Llegamos a Seljalandsfoss sobre las 5.

En esta zona hay dos cascadas. Como vemos que de la primera vienen calados, decidimos buscar la segunda. De camino nos encontramos a un par de novios haciéndose un reportaje de fotos. Todos los turistas al rededor y felicitándolos al pasar por delante.

Seguimos adelante y a unos 500m, nos encontramos con la segunda cascada: gljufrabui. Nos apelotonamos y tenemos que esperar nuestro turno puesto que para ver esta cascada hay que subir, río arriba entre piedras unos 8 metros. Tranquilos, a lo sumo, os mojais los pies. Pero no dejéis de ir. Entras por una especie de gruta y te encuentras una cascada encajonada. Impresionante. La vista y el sonido.

Al salir, nos damos cuenta que del simple rocío o agua que levanta la cascada al caer, nos hemos calado. Volvemos a Seljalandsfoss. En esta ocasión, se puede ir por detrás de la cascada.  Impresionante. Es una pasada el ruido que hace. Parece una turbina de avión.

Nos queda una hora de viaje hasta Selfoss. Hemos fichado un camping que según varios blogs está genial así que allí que vamos.

¡Y tan genial que está! Duchas ilimitadas, cocina con 6 fuegos. ¡Un lujo! Así que mientras nos vamos duchando, vamos preparando una sopa y un recuento de champiñones. ¡Esto sí que es lujo! Recoger, lavarnos los dientes y a la cama.

domingo, 1 de abril de 2018

Día 4 - Jokullsarlon

Parece ser que toda la noche ha estado nevando. Nos despertamos con todo blanco, cual postal.

Anoche el señor del camping nos comentó que existía una cocina por si queríamos ir, ya que estábamos cocinando en la calle. Pero pensábamos que sería simplemente una cocina tipo refugio. Sin embargo, ¡sorpresa! ¡Una cocina completa! Fuegos, frigorífico, microondas. Sin duda, el mejor camping con diferencia. Super recomendable.

Ya con la tripa llena, ponemos rumbo a Jokulsarlon, unos 180km nos esperan. Pasamos una cascada, otra especie de riachuelo-cascada. Hasta que aproximadamente a mitad de trayecto, donde ya se vislumbra Vatnajokull, nos cruzamos con un puente que no está unido a ninguna carretera. Nos llama la atención pero seguimos adelante. Y a pocos minutos, ¡un trozo de hierro! Ahí que paramos. Nos abrigamos y a pesar de eso nos da un tantarantán. Al parecer, una riada se llevó por delante la carretera y queda esa parte a modo de monumento.

Y de repente, se pone a nevar y ¡vuelven a caer copos de nieve dignos de Frozen en forma de estrellas de 6 puntas! Parecíamos japoneses.😂😂😂

Volvemos a ponernos rumbo a Jokulsarlon y en cosa de una hora llegamos a Jokulsarlon, el lugar donde los icebergs salen al mar. Simplemente impresionante. De documental. Aquí sí que nos abrigamos para bajar porque, a pesar de que Lorenzo luzca, hace un frío de narices. Es increíble apreciar cómo se mueven los icebergs, despacio, pero se mueven. Los colores, las formas que tienen. Algunos parecen esculturas, incluso trofeos. El sonido del mar y dle viento. La blancura de la lengua del glaciar en contraste con el azul del cielo.

Antes de marcharnos, tras unas dos horas sacando miles de fotos y observando, pasamos por el baño, que sorprende que sea gratuito y que tengan tanto humor. 😜😜😜 nos acercamos hacia donde se encauzan y tenemos la suerte de ver como varios  icebergs se chocan, se rompen y emprende  su camino mar  adenteo. Cruzamos  hacia la playa dónde nos encontramos cientos de icebergs varados. Grandes. Pequeños. Más blancos. Más azules. Con agujeros. Lisos. Puntiagudos. Como quieras. Correr entre los icebergs buscando refugio de las olas es algo que en algún momento nos falla hasta mojarnos los pies.

La mañana y el mediodía se nos pasa entre icebergs. Antes de marchar, puesto que ya son las 3.30, decidimos comer con vistas a los icebergs. Estas cosas hay que aprovecharlas. Incluso nos de tiempo a ser las viejas del visillo observando qué tienen los de otras furgonetas y qué no. Ya somos campistas de pro.😂😂😂

Ponemos rumbo de vuelta a nuestro supercamping. La idea: parar en la cascada y en el riachuelo-cascada de camino. Spotify a tope, carretera y manta. Los islandeses llevan fatal lo de ir uno detrás de otro y lo de dejar espacio entre coche y coche. Extremoduro, Gatibu y Antonio José, entre otros, nos acompañan en los casi 180km de vuelta.

A punto de llegar, encontramos la cascada-riachuelo. El frío nos deja tiesos. Menudo viento. Eso sí, hacemos que paren 4 coches también paren a admirar las vistas por el simple hecho de tener nuestra furgoneta aparcada. Un par de kilómetros más adelante, nos encontramos con la cascada que tiene una especie de casa de nieve. Super curiosa.

Última parada: de vuelta en el supercamping. Aparcamos en el mismo lugar (cerca de los baños), eso sí, echando al parking a una pareja que osa aparcar a nuestra derecha.😂😂😂 Pagamos al señor y decidimos dar una vuelta por el pueblo de 160 habitantes. Chafardeamos la escuela y la iglesia, donde nos encontramos una cadena helada de una forma muy curiosa.

De vuelta, decidimos que antes de llegar al camping, una buena cerveza islandesa nunca viene mal. Dos tostadas, una rubia y un refresco en un bar de los más mono.  Bueno, mejor dicho en el bar, porque no hay otro en todo el pueblo.😂😂😂

Una vez en casa, nos vamos directos a la cocina donde preparamos unas lentejas. Esas pequeñas cosas que tienen su gracia especialmente fuera de casa. Sobre las once, con todos los aparatos cargados, nos retiramos. Queda todavía montar la cama, cepillarnos los dientes y ponernos el pijama. Mañana, más.