Poner la alarma para que suene en 2h45min, pica. Pero más pica cuando a las 3:37 suena el despertador. Tiempo para un café, recoger el lavavajillas y la ropa tendida (una es apañada), cargar el coche con las mochilas y el 'fiambre', aka, una maleta de deporte llena de comida, sacos de dormir y palos nórdicos.
Carretera vacía y llegamos bastante bien a pesar de la lluvia. Cualquiera mueve al fiambre del parking al aeropuerto. Solución: carrito. Así aparecemos, cuatro montañeros de pega con sus mochilas y una maleta envuelta en celofán en un carrito. Para vernos.😂😂😂
El aeropuerto está que parece las rebajas: a reventar. Pesamos al fiambre; 20kg. Todo perfecto. Cola para facturar, cola para pasar el control y corriendo a la puerta de embarque. Objetivo: no meter las maletas en bodega que ya nos han avisado. Y la primera sorpresa llega en el avión cuando veo que dos filas por delante se sientan mi mi ex-jefa y mi ex-jefe. What are the odds!
El primer vuelo pasa rápido entre el café y la siesta. Una escala en Frankfurt para despejarnos un poco y siguiente vuelo rumbo a Reikyavik. Sorpresa al esperar un snack solo y vemos que Lufthansa se porta genial y nos da una comida en condiciones. Las 3h y 10min pasan rápido entre la comida con la cervecita y la siesta posterior. La aproximación a la capital en avión merece la pena hacerla pegada a la ventanilla: el paisaje ya deja claro que estamos en un país totalmente distinto en el que la nieve casi llega al mar y la vegetación es prácticamente inexistente. Ni hablar de las pocas casas que se ven. Eso sí, el
En el aeropuerto cogemos un autobús de la compañía Reikyavik excursion que nos deja en la parada de autobús. Claro está que nada más montarnos ahí encontramos a otros 3 euskaldunes. Si es que 'euskara ahoan, ibili munduan'. Tanto el autobús, como el taxi hasta la empresa en la que hemos contratado la furgoneta, los paga dicha empresa así que, muy bien.
Ahí aparecemos, 4 mochileros de pega en Campeasy dispuestos a recoger nuestra furgoneta. Nos explican detalladamente todo lo referente a Islandia y la furgoneta. La verdad es que la primera impresión es buena: más espaciosa de lo que esperábamos, incluso más nueva. Así que la primera visita está clara: el supermercado Bonus (el conocido crédito de todos los viajeros). Con la compra hecha, nos lleva un buen rato colocar todos los bártulos, pero el Tetris se nos da genial.
Arrancamos ya de camino a Pingvellier. Impresiona el paisaje. De camino paramos en un pequeño merendero para unas fotos. Seguimos para tantear el horario de la falla que vamos a visitar mañana y la rasca incluso haciendo sol es llamativa.
Empieza a anochecer y nos acercamos al camping. Todavía nos quedan unas horas para hacernos con la furgoneta: organizar camas, preparar cena (sopa y algo de picar) y a eso de las 23.30, damos por finalizado el día.
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