Despertarse frente a una cascada de 60m no tiene precio. El frío que puedes llegar a chupar al acercarte demasiado, tampoco.😂😂😂
Nada más vestirnos y visitar Skogafoss brevemente, nos dirigimos hacia el glaciar. Tenemos la excursión a las 9.30 y preferimos llegar y desayunar allí para que no haya problemas. Así que nada más llegar a Solheimajökull, además de poner las calles, ahí que plantamos el hornillo para preparar el desayuno.
Tras coger fuerzas, conocemos a Olaf, nuestro guía, Oli para los amigos, y a partir de aquí yo me paso con la chorrada de 'me gustan los abrazos calentitos' todo el día en modo repeat en mi cabeza.😂😂😂 Nos dan los crampones y el piolet y ahí nos vamos de camino al glaciar. Antes de entrar al glaciar, nos colocamos los crampones y ahí que vamos.
Al principio, cuesta caminar con ellos pues hay que pisar en plano pero en seguida te habitúas. Al comienzo del plato del glaciar, nos encontramos con una estructura que Olaf nos cuenta que se usa para medir el deshielo que ocurre en un año puesto que cada año se pierden aproximadamente 20cm de grosor. Vemos hasta donde llegaba el glaciar hace 20 años e impresiona.
Seguimos poco a poco hasta llegar a un mild, es decir, un agujero vertical o casi que suele ser muy profundo producido por el agua. Se ve perfectamente el color azul del hielo, el negro de la ceniza. Y ya, en el siguiente mild, nos adentramos en él. ¡Incluso bebemos agua del glaciar!
Poco a poco, vamos avanzando por el mismo y aprendiendo más curiosidades. A la bajada, empezamos a cruzarnos con los múltiples grupos que hay. Algunos, muy poco preparados. Incluso vemos como una chica se cae como si fuera un saco de patatas. Otra chica que sube va con un bolsón de mano enorme. Cosas impensables, vamos.
Al final, ya en la oficina de la excursión, aprovechamos para asearnos y un tentempié tras la subida. Nos despedimos de Olaf y ponemos rumbo a Vik. La idea es visitar las playas negras que nos pillan de camino e ir al supermercado. Pero a medida que nos acercamos, el tiempo cada vez empeora más, empieza a nevar, así que como necesitamos comprar algunas cosas sí o sí, decidimos ir a Vik directamente.
Nada más llegar, aparcamos en el supermercado. Se está poniendo el tiempo bastante feo. Hacemos acopio de provisiones, especialmente fruta y pan, y en el mismo aparcamiento, preparamos la comida: ensalada y hummus. Vemos en la web road.is que las carreteras están mejorando así que cogemos rumbo a kirkjubæjarklaustur para estar más cerca de nuestra próxima visita. Podíamos ir hasta Skatafell pero el chico de Campeasy no nos recomendó ese camping así que preferimos quedarnos un poco más lejos pero en otro camping.
¡Y menudo acierto! Casi dos horas más tarde llegamos al camping. Miramos un poco las instalaciones, cogemos monedas para la ducha y nos parece lo más tener opción de una ducha de 5 minutos y poder secarnos el pelo en un secador de manos. Viajar te suele hacer apreciar las pequeñas cosas que en casa das por sentado. Como, por ejemplo, ese momento en el que cae un copo de nieve perfecto con forma de estrella de seis puntas sobre tu cazadora, que parece que estuviera troquelado, y te parece el mejor momento del día.
Tras el momento ducha y fliparlo tanto, llega el momento colada y el momento cocina. Nos venimos arriba y montamos el tenderete en la parte delantera mientras preparamos tortilla de patatas. La cena nos sabe a gloria. Así de simple. Poco más que recoger todo, lavarnos los dientes y a dormir.
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