Bien abrigados, nos vamos al bus, no a nuestro habitual pero tampoco es que tengamos que caminar mucho más. De esquina a esquina. Para las 10, llegamos al último observatorio: el top of the rock. Como en el resto, aquí también te hacen una foto al inicio que luego te intentan vender con un Photoshop por el módico precio de unos 30 dólares. Cuenta con 3 alturas desde las que observar la ciudad: eso sí, el tríptico que tienen para identificar las vistas está cuanto menos, anticuado. Las mejores vistas, por el simple hecho de ser sin cristal y 360 son las de la última planta. En nuestro caso, además, agradecemos el sol y los cristales en las otras plantas que sirven para resguardarnos del frío.
Finalizada la visita, nos vamos en metro hacia el meatpacking, antiguamente zona del matadero r convertida, donde hacemos la pausa café en el Starbucks Reserve. Un concepto y una estética muy bonita pero no merece el sobrecoste del café.
Antes de que se vaya toda la luz del día, comenzamos con el recorrido or Little Island, una isla artificial reciente te inaugurada en la que se encuentran distintos espacios para estar, jugar, incluso componer música. Un lugar de lo las agradable. Desde ahí nos dirigimos a Chelsea Market, antigua fábrica de galletas hoy en día convertida en mercado.
A primera hora de la tarde, comenzamos con el High Line, antigua línea del tren convertida en paseo. Por el camino, vemos varios grafitis así como la supuesta casa de Sting (según nos comenta un transeúnte). Al final del paseo, tras un tentempié con los últimos rayos del sol, nos encontramos de frente con dos de las estrellas de la zona: the Shed y the Vessel. Este último se puede visitar desde dentro pero no se puede subir todavía.
Con los últimos rayos de sol, entramos al centro comercial para atemperarnos un poco. Las bajas temperaturas hacen mella y se agradece el refugio.
Finalmente, decidimos ir con tiempo hacia la última parada del día: el Madison Square Garden para el partido de la NBA de los Knicks vs Indiana Pacers. Primer partido de baloncesto de mi vida, jjjjj. Lo cierto es que es todo un show en sí, independientemente del partido, que merece la pena ver: cheerleaders, lanzamiento de camisetas, juegos con los aficionados,... Imposible aburrirse. Al acabar, de vuelta a casa: ha sido un día largo.
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