miércoles, 4 de abril de 2018

Día 7 - Reykjanes, Blue Lagoon

A las 4 de la mañana suena la alarma. Nuestra esperanza de ver auroras no cesa. Tras la excursión de rigor al baño, nos dedicamos a mirar un rato al cielo pero parece que no hay suerte. Volvemos a retirarnos a la furgoneta a que el viento nos arrulle porque menudo vaivén. Unas horas más tarde ya amanecemos. Vuelve a ser un día soleado pero sigue soplando el viento.

Entramos a la cocina y antes de poner en marcha el desayuno ya está nuestro amigo de cuatro patas pidiendo mimos. Lo cierto es que tienen una cocina muy cómodos y agradable para preparar tostadas y café al gusto.

Tras el desayuno y las duchas, miramos la web de cabecera para ver cómo están las carreteras y visto el panorama (la península noroeste está peor que ayer), decidimos ir hacia la península de Reykjanes, al sur de Reykjavik. Un poco a la aventura y a la deriva.

Volvemos a pasar el túnel en forma de uve para bordear Reykjavik. Nuestra primera parada: el faro de Gardur. El sol engaña porque sigue soplando un viento de narices. Sin duda, el mayor problema de Islandia no es el frío sino el viento. De verdad, si vais a venir, traed capas y más capas.

Tras visitar los faros, nos vamos al puente que une la placa tectónica norteamericana y la de Eurasia. Impresiona pasar por encima de la falla y ver la separación que hay entre más placas. No nos damos cuenta de estas cosas que estudiamos en los libros pero que en algún lugar del planeta se hacen visibles.

Ya en la furgoneta parece un buen momento para unas cervezas congeladas y unas patatas que, finalmente acaban en una ensalada completa y café. La buena vida del furgonetero. 😂😂😂 Aunque casi tenemos que invitar a que suba a Mickey que andaba por ahí.😂😂😂

Con la tripa llena, arrancamos a la penúltima parada; Gunnhuver. Allí, vemos las distintas fumatas que se forman en el interior de la tierra y salen en forma de vapor, el cual moja bastante más de lo que parece. Es curioso ver el vapor salir tan denso y con tanta fuerza de dentro de la tierra.

Cómo última parada del día, nos acercamos al Blue Lagoon, un spa de agua geotermal. La pena es que no hay entrada nada más llegar y tenemos que esperar. Así que en ese impás aprovechamos para mirar el camping para la noche y las cuentas mientras nos tomamos una cerveza. No hay que perder el tiempos.😉😉😉

Sobre las 19.45 nos ponemos en la cola para entrar. Si venís, no necesitáis nada más que un bañador; la toalla y todo lo necesario para la ducha os lo proporcionan así que, perfecto. Nos cambiamos y tras algunos problemillas con las pulseras, nos encontramos ya en el lago. Con la entrada sencilla, se incluye una bebida y una mascarilla de cara así que, nada más entrar ahí que vamos a por la mascarilla y la cerveza. Sólo nos queda relajarnos estando rodeados de nieve y sumergidos a 38°.

Pasadas las 10, salimos ya duchados y todo. Tenemos fichado un camping q unos 10min de aquí así que ponemos rumbo a él. Al llegar, está nevado y helado por lo que nos queda rascar un poco el asfalto lo cual hace que nos carguemos dos palas y una olla.😂😂😂

Unos sándwiches nos sirven como cena rápida. Estamos reventados así que nada más acabar nos vamos a lavar los dientes. ¡Pero el día no había acabado!

Estando en el baño empiezan a aparecer ¡auroras! Empiezan a pincelarse franjas turquesas, con distintas formas. Algunas más intensas. Otras menos. Empezamos a gritar. Parece que en el camping nadie quiere verlas. Nos tiramos cerca de una hora esperando a que vuelvan. Tenemos la suerte de ver varias tandas aunque la más espectacular es la primera. Y eso que hoy no había casi probabilidad: 1/9. Mañana se supone que habrá 3/9. Así que hemos visto auroras pero ¡puede que no sea la última vez! Habrá que ver si hay suerte.

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