Amanecemos por última vez en nuestra furgo. Al final, hasta nos va a costar imaginar no estar en ella. Ya estamos totalmente acostumbrados. Último día de ducharnos en un camping mientras vamos recogiendo todas las cosas de la furgoneta. Parece otra cuando metemos todo de nuevo en las mochilas.
Tras desayunar damos una vueltecilla por el camping. Al otro lado hay unas cabinas de diseño que miran a la bahía, donde también se encuentra una guardería en la que hay 7 niños rubitos super simpáticos que no quieren más que jugar.
Finalmente, arrancamos la furgoneta dirección Reykjavik. Nos vamos a acercar al apartamento y ya allí, decidimos. Llegamos con bastante facilidad pero no podemos entrar hasta las 3 y todavía no lo han limpiado así que cogemos lo necesario y nos lanzamos a las calles de la capital.
Estamos situados en el centro por lo que se nos hace fácil llegar caminando a todas partes. Nos dirigimos hacia la catedral luterana, no sin antes parar en varias tiendas que encontramos por el camino.
Hacia las 14.30, intentamos entrar al apartamento pero aún están limpiándolo por lo que decidimos aprovechar ese momento para comer por última vez en la furgoneta. Posteriormente, subimos todos los trastos al apartamento, que por cierto, está muy bien y su localización también es buena (junto al puerto).
Contrarreloj, volvemos a devolver la furgoneta. Yoann, nuestro gestor, nos atiende de nuevo y tras comentarle algunos problemas que hemos tenido, sin mayor pega, nos devuelve el dinero, tanto del transformador que no ha funcionado como de las bombonas de gas que no hemos usado. La verdad es que Campeasy es muy recomendable: los nórdicos calientan de verdad, no nos han puesto pega alguna y además han tenido un servicio de atención al cliente muy buena.
Nos ponen un taxi hasta el centro y aprovechamos para visitar el Harpa, el centro de conferencias y opera d els ciudad, así como las distintas estatuas y esculturas que se pueden encontrar a lo largo del paseo. A los que os gusten los espacios y la arquitectura, seguro que el Harpa por dentro os encanta.
Tras el paseo, volvemos hacía las 8 a casa para preparar la cena. El plan es cenar e ir en busca de auroras otra vez.😎😎😎 Con la tripa llena, nos abrigamos (estrenando incluso los jerseys islandeses) y salimos a las calles de Reykjavik. Nos vamos hacia la zona del Harpa puesto que está despejado y oscuro.
Llegamos y ya hay alguno más por ahí. Cogemos sitio, nos posicionamos y en las siguientes horas, van y vienen distintas personas. Junto a nosotros, que vamos abrigados con 4 capas, se pone un islandés. ¿Cómo lo sabemos? Porque va con zapatillas, vaqueros y una sudadera y al posicionarse se saca varias cervezas para pasar las horas. Igualito que nosotros.😂😂😂
Aguantamos un par de horas pero nada, no se avista ninguna aurora boreal. Así que recogemos el equipo fotográfico y nos vamos de vuelta a casa.
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