Tras dar buena cuenta del desayuno, nos vamos en metro hasta el Centro Pompidou, museo que tenía pendiente. Al no tener prisa, vamos con calma y al final, salimos 4 horas más tarde. Lo cierto es que es bastante fácil de ver y bastante variado. Personalmente, me ha gustado mucho la retrospectiva del cómic.
Siendo ya hora de comer, y visto el fiasco de ayer, está vez vamos a lo seguro: una ensalada en el McDonald's mientras descansamos un poco al fresco y cargamos las baterías de los móviles. Lo de caminar en los museos me deja los riñones hechos polvo.
Un poco más descansados, nos acercamos a chafardear la tienda de Sezane con poco éxito (aunque con la tripa llena gracias a las galletitas de mantequilla que ofrecen) y tras la compra de souvenir de JJOO, de vuelta al metro para ir a la Torre Eiffel.
Un calor de justifica bajo el sol. Menos mal que a las fuentes de agua que tienen por toda la ciudad, se han añadido otras en las zonas de los estadios y sedes de juegos, lo cual se agradece. Buscamos el lugar que más nos gusta para la foto de rigor con la Torre Eiffel y los aros olímpicos. Turismo de olimpiada a tope. Y tras todas las fotos pertinentes, nos vamos al metro para ir a la última parada del turismo olímpico: el parque de La Villette.
Esperábamos algo estilo la EXPO en la que los visitantes pueden entrar a distintos stands de distintos países pero la realidad es que a cada recinto sólo se puede acceder con ticket, de pago y en la mayoría de los casos. Así que por desconocimiento o no, no le vemos la gracia a la zona y poco más necesitamos para abortar misión. Metro para acercarnos al hotel, previa visita al supermercado para hacer una cena rápida en la habitación. Fin de otro largo día.
21.000 pasos y zapatillas negras con más rola que otra cosa (no había caído en que Paris tiene mucha tierrilla).
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