jueves, 25 de julio de 2019

Día 3 - Lisboa

Antes de que suene diana, ya están prácticamente todos en marcha: el calentador no ha arrancado y la primera tanda ha sufrido la ducha fría. Menos mal que han conseguido ponerlo en marcha. Un desayuno al gusto y a las 9:15 ya estábamos saliendo por la puerta para coger el autobús 727 hacia el monasterio de los Jerónimos.

Para las 9:45 ya estamos en la cola de las entradas, puesto que abren a las 10:00 y suelen hacerse colas. Si vais en grupo, os podéis poner unos en esta cola y otros en la entrada al monasterio para evitar la cola después. Aunque no nos ha costado más de 10min entrar.


Lo cierto es que aunque la entrada de 10€ es un pelín cara, merece la pena la visita. Impresiona ver lo bien cuidado que está y las dimensiones que tiene. Además, casualidad, había servicio y siempre hay algo especial en entrar a un sitio de culto y verlo así. Al menos a mí me suele gustar observarlo.

Tras aprovechar la parada para ir al servicio, hemos ido a visitar la iglesia desde la planta, entrada que es gratuita. Al salir, aprovechando que prácticamente estábamos al lado, nos hemos acercado a la famosa pastelería de Belem para hacernos con uno de los célebres pastelitos, que junto con un café con leche, ha sido el tentempié de media mañana perfecto. Una vez recuperadas las fuerzas, nos hemos cogido el autobús 15E para acercarnos al centro y dar una vuelta antes de comer. 


A pesar de la lluvia, visitamos las calles centrales y entramos a un par de tiendas, entre ellas, en una de cerámica al peso en la que nos dejamos embaucar y acabamos comprando, posiblemente, más de la cuenta.😂😂😂 Con las mochilas cargadas, seguimos hacia el mercado: es la hora de comer y nada mejor que  el mercado de Ribeira (el Time Out market).

Y ahí comienza la Odisea de encontrar sitio para todos. Nos desplegamos; cada uno a una punta. Localizamos una mesa que parece que se va a librar pronto y ahí nos colocamos cada uno en una esquina, haciendo presión, cuando notamos que empieza un liguero movimiento en las cazadoras y ahí que nos lanzamos. Un pequeño contencioso con otro señor que pensaba que el mercado era suyo. Pero finalmente conseguimos las sillas necesarias. Solo nos queda escoger qué pedir entre los muchos puestos que hay.



Al final, hemos probado bacalao y algo de pulpo. Muy rico, la verdad. No es que sea especialmente barato pero para mí, recomendable. La sorpresa ha venido al levantarnos cuando me encuentro que una de las palomas que revoloteaban por ahí ha decidido hacer sus necesidades sobre mí.🤦🤦🤦

Acicalados, nos hemos ido hacia el centro, hacia la plaza del comercio y hemos paseado por la zona de las tiendas. La parada técnica ha sido en Ginjina para probar el típico Ginja por 1.40€ el chupito. Más aceptable de lo que podía pensar.



Tras reponer las fuerzas con un café (que nos ha costado poder tomar unos cortados tener que pedir otro vaso de leche a parte, pero todo sirve para conseguir nuestro objetivo💪💪💪), nos dirigimos a la parada del famoso tranvía 28. Pero al poco de llegar, al ver que la cola es inmensa, seguimos al plan b: tranvía 12, recorrido más corto pero sirve para dar una vuelta por las zonas altas de la ciudad. Una experiencia divertida siempre y cuando puedas ver algo desde la ventana.😂😂😂



Poco más nos queda antes de acabar el día: un autobús que llega casi derrapando a la parada y en casa, no sin antes una visita fallida al super. Nada que no se arregle gracias a una visita al mini market de la esquina: cena resuelta.

Tras un café para poder afrontar la última recta del día, nos vamos hasta el.punto de origen del tranvía 28. Pero al ver las colas, decidimos que mejor la ruta alternativa del 12E.






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