viernes, 5 de agosto de 2016

Día 6 - Malmo

Menos mal que hoy ya hemos descansado porque a las 6 suena el despertador. Desatinadas y duchadas, nos vamos a la estación central para coger a las 8 el bus 999 a Malmo.

El trayecto dura una hora, con el pase de frontera incluido. En cuanto llegamos a Malmo, descubrimos una ciudad de lo más tranquila y vacía. Así que, para aprovechar bien el día, nos acercamos a la oficina de turismo que se encuentra frente a la estación central de trenes.

Con el plano en la mano y conociendo qué es lo que no nos podemos perder, nos dirigimos hacia el puerto, la zona más moderna de la ciudad, hasta llegar al famoso edificio de Calatrava, el Turning Torso. No soy muy fan de la obra de dicho arquitecto verdad, pero qué menos que verlo ya que estamos en la ciudad, ¿no?

Desde ahí, nos vamos a ver el puente que une Suecia con Dinamarca. Ahí nos encontramos con unos cuantos animados que se están bañando. Cierto es que el mar no está tan frío, pero sopla un viento que cualquiera aguanta. Además, están montando las instalaciones para el triatlón que se va a celebrar durante el próximo fin de semana.

A media mañana, nada mejor que aprovechar una terraza al sol resguardada del aire para tomar un café. Eso sí, ni el café sabe a café, ni la galleta a galleta. ¡Qué sosos son los suecos!

Nos vamos paseando hacia el centro, pasando por la antigua prisión de Malmo. Lo cierto es que la ciudad está desierta. Me llega a estresar tanta calma y tan poca gente.

Y por callecitas antiguas, llegamos a la plaza Lilla Torg, una olacuta llena de terrazas con cierto ambiente. Algo más parecido a lo que imaginábamos. Comemos por el centro y visitamos un par de tiendas haciendo tiempo para volver a coger el último autobús de vuelta a Copenhage. El bus, hasta la bandera. Así que, id con tiempo porque al ser el último va lleno.

El viaje, un tanto desquiciante. La conversación de otros chicos sobre la situación actual de España y Europa me saca de quicio. Hay ciertas cosas que me superan y ahí paso una hora mordiéndome la lengua.

Llegamos en hora apunta a Copenhage lo que significa que hay atasco. El chofer nos deja bajarnos antes para poder ir andando hasta la parada y así no tener que esperar todo el atasco.

Así que, bajamos y a escasos metros de la estación central nos encontramos con los antidisturbios y varios coches con sirena. Nuestra hipótesis: algún evento deportivo. Y que hemos visto a unos cuantos hinchas llevando camisetas de algún equipo escoltados por la policía.

Nos dirigimos a la oficina de Turismo de nuevo con alguna otra duda. Ahí descubrimos que en Copenhage también hay free tour así que ya tenemos plan para mañana. Una vuelta por la calle central para acabar en el Tivoli. Sorprende  ver un parque de atracciones tan antiguo pero con tanta vida y tantas actividades. Nos llevamos una grata primera impresión y nos quedamos con las ganas de volver otro día con tiempo.

El día ha sido largo así que toca volver a casa para cenar y descansar.

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