Lo primero es acercarnos al memorial: ya no hay entradas para el día pero sí se puede entrar con los pases. Así que, estamos de suerte. Una pequeña cola de media hora y entramos.
Nunca pensé que volvería a visitar ese lugar en el que hace más de dos décadas se me cayó un diente. Algo anecdótico siempre pero que con el peso de la historia siempre he pensado que a pesar de ello, nunca se podrá repetir. Un lugar en el que te vienen flashazos de aquel día marcado en el calendario. El memorial, como espacio, ce o que está muy bien construido. Manteniendo la esencia del lugar, detalles arquitectónicos incluidos. Pero creo que al final falla en lo que para mí es exceso de esencia estadounidense por todos lados.
Al final, tontamente, nos pasamos cerca de dos horas y media en el memorial. Al salir ¡caen copos de nieve! Así que tras ver los memoriales por fuera y el árbol superviviente, decidimos acercarnos a comer. Pausa que sobre todo agradecen los pies y la espalda.
Tras la pausa, arrancamos con el paseo por el río buscando el muro de Berlin. Desde ahí, bajamos hasta el toro donde hay cola, ordenada, para la foto tanto de frente como con los famosos huevos. Alguna instagramer también vemos por ahí. Seguimos hasta Battery park para saludar desde la orilla a la Estatua de la Libertad, momento en el que casi vuelca un ferry estando desembarcando.
Desde aquí, con los últimos rayos de luz del día,, recorremos las últimas calles, viendo Demonico's y la famosa taberna que solía visitar George Washington, antes de llegar a la bolsa y a la estatua de la niña sin miedo.
Ya con el cansancio acumulado, nos arrastramos hasta la Reserva Federal y a Sunken Garden. Para finalizar el recorrido, visitamos el Oculus. Día finalizado, así que decidimos intentar comprar las 4 cosas que hacen falta en la zona. Así que vamos a Amazon go para probar la experiencia (no se pasa por caja, sino que accedes a la tienda habiéndote logueado con tu cuenta de Amazon y así, producto que coges, producto que cobran). No encontramos lo que necesitábamos pero salimos con una chocolatina y casi con un ojo morado; han hecho un cargo de 20$ que nos dicen que no tiene nada que ver con la tienda. Por cierto, no entiendo la fama de las chocolatinas Hershey: saben a chocolate de figuritas de navidad.
De ahí, unos directos a casa en nuestro autobus favorito, y otro al súper de camino a hacer la compra. Y para rematar el día, un poco de frikismo yendo al cine a ver Matrix Resurrection.
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