El día amanece nublado y con llovizna, pero como habitualmente hacemos, nos acercamos en autobús a la zona de nuestro día: la quinta avenida. Nos acercamos a la tienda de Apple para ver cómo es la tienda; aunque la idea era solo mirar, picamos.
Tras ver la fuente del plaza, vamos bajando la quinta viendo los escaparates de las tiendas de lujo que se agolpan a ambos lados. En algunos casos, son impactasteis los trabajos de escaparatismos que hay. Así llegamos hasta la iglesia de St Thomas, a la que entramos. Parece que el tema servicio no se no lo dominan demasiado por estos lares ya que según entramos un señor encargado de controlar el tema del COVID nos bufa para que le mostremos la documentación necesaria. Se nota el cuidado extremo de la iglesia, lo que supongo que será en gran parte por la zona en la que esta se ubica.
Hoy toca visitar el MoMa. Decidimos fijar 2h máximo para que cada uno recorra las cinco plantas a su ritmo. A quien le guste, tiene para pasar en él todo el tiempo del mundo. Para los que no somos grandes amantes o conocedores, mejor limitar el tiempo, ver lo que apetezca y listo. Me ha sorprendido que hubiera un poco de todo: cuadros, esculturas, decoración, maquetas,… entretenido pero al final algo de empacho también.
Ya es la hora de comer, así que aprovechando que hemos traído sándwich de casa, vamos a Paley Park. De lo más agradable incluso en invierno: te evades del ruido del tráfico gracias a la cascada, los trabajadores de la zona son muy amables y el café es muy barato. No se puede pedir mucho más estando en pleno centro de la ciudad. Eso sí, cuidado con las sillas que “son muy buenas” pero te puedes dejar los dientes a la primera de cambio si te sientas con ímpetu. Aunque hemos tenido también la ocasión de ver a Bernie Sanders mientras estábamos allí.
Con las pilas cargadas, toca el primer rascacielos del viaje: Top of the rock. Pero al llegar a la puerta, otro escollo: la chica nos advierte de que la visibilidad es nula, por lo que nos recomienda volver otro día. Y puesto que podemos recolocarlo, tras ver la previsión del tiempo, lo retrasamos.
Así que, con el nuevo cambio tenemos un poco de tiempo para perdernos por las tiendas de la zona, hacer un poco de daño a la tarjeta, algún cambio de las compras de ayer y cargar la nevera. Con todo hecho, como bien se dice, una buena retirada a tiempo vale por dos. Así que, como buenos reyes del trasporte público de NYC, más bien del bus, ahí nos volvemos a casa sin a penas dar 20 pasos. Eso sí, antes de subir a casa, hoy toca un caprichito para rematar el día; y qué mejor que un Viña Alberdi bien fresquito. Etxean bezala.
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