martes, 11 de abril de 2023

Día 4 - Abu Simbel - Kasr Ibrim - Templos de Amada

El día comienza a las 6:00. Aunque la idea era intentar ver el amanecer: intento fallido. Para cuando zarpa el barco, estamos en la cubierta con el fin de poder ver el Templo del Sol. Otra nueva vista. Un lujo verlo con esa calma y esa perspectiva general.

Tras el desayuno (en 3 fases con sus 3 cafés correspondientes), nos dedicamos la mañana a la vida contemplativa: lectura, creación, escritura,... No sin antes aprender a jugar al Badgamon. Pasamos por Kasr Ibrim donde Hossein nos explica las claves de este monumento y como discernir las distintas fases históricas que se reflejan en el mismo. Y antes de comer, tras visitar el barco, puesto que empieza a apretar ya el calor, un chapuzón rápido en la piscina para bajar los calores. Aunque fría al principio, de lujo tras la aclimatación.


Ducha rápida y a comer que al mediodía nos toca visita al Templo de Amada. Barco hasta la orilla; barco en el que viajamos con dos escoltas. Lo cierto es que como te pares a pensar dónde estás y cuál es la realidad, da, cuanto menos, algo de mal rollo. Como ya comenté, lo de fijarse en otros pasajeros es la indispensable y más si tienes a un gilipollas en la txalupa que dice cosas como 'even if it's private, you can't avoid crowds' (3 barcos haciendo el itinerario del del Nasser desde Abu Simbel; no llegamos a 100 pasajeros en total. Juzguen ustedes mismos.)

Nos volvemos a juntar con la familia canaria para hacer la visita. Primera parada: Templo de Amada. Llama la atención lo bien que conserva los colores los grabados, especialmente en la parte más interior donde no solo se aprecian los tonos rojizos (significado de sangre), sino que incluso los amarillos y azules (denota eternidad). El calor aprieta y entre visita y visita, un trago de agua para paliar el momento. La tercer visita antes volver: la tumba de Pennut.
Paradita técnica para oler menta, la hoja de un limonero (más cercano a la lima, tal vez porque la variedad que se ve aquí es distinta) y ver la flor del hibisco.

Suficiente para la salida del mediodía. En el barco de vuelta, volvemos junto a unos franceses con los que pongo en práctica mis conocimientos de francés. L'écoute.

Ya en el barco, nada mejor que volver a darse un chapuzón para bajar la temperatura. Elle est courageuse. Bien sûr! Una que es más pez que otra cosa. Y como la vida del turista es muy dura, solo queda acicalarse para las últimas horas del día.

La noche de hoy es todo eventos. Antes de la cena, un cocktail en el salón bar. En teoría, nada de chanclas para la cena. Pero en absoluto tiquismiquis y menos mal. Nuestros deditos al aire lo agradecen. Distintas bebidas, algunos canapés y una patatitas fritas para hacer boca antes de la cena. Lo cierto es que el barco está a un tercio de su capacidad y es un lujo.

Tras el piscolabis, cena oriental. Ahí vamos felices pensando en nuestros palillos chinos hasta que nos situamos: ¡estamos en oriente! ¡Hoy es cena egipcia!  Hawashai sandwich, koushari, kebab halla, goulash, romoush kounafa,...damos buena cuenta de todo. Rico, no, riquísimo.  Con la tripa llena, no vaya a ser que muramos de inanición (imposible).

Y antes de irnos a la habitación, toca danza Nubia. Vuelta a observar al ser humano y vuelta a darnos cuenta de que once a gilipollas, always a gilipollas. De verdad que hay quien se cree que hay que rendirse a sus pies.Ya cada uno en su asiento, da comienzo la danza Nubia y empezamos con nuestras teorías: creemos que los camareros son familia, especialmente dos que parecen hermanos.

Ha sido un día largo, y al acabar, directos a la habitación. Mañana el día. Comienza pronto. Preparar todo, revisar el planning (y revisar un poco el tema sacerdotes, Ramsés II y los distintos dioses que es muyyyyyyy necesario ordenar los pocos conocimientos que estamos adquiriendo).



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