Con todo preparado, a las 8:00 nos juntamos con el guía.y la familia canaria. Por la mañana vamos a visitar el templo de Kalabsha. 20min en barca nos permiten ver la alta presa de Aswan a lo lejos.
A la llegada, vamos visitando las distintas partes del templo. Vemos vestigios de cómo los cristianos llegaron hasta esta zona. Además, podemos apreciar también una inscripción meroítica.
Poco a poco vamos haciéndonos con conceptos de faraones y dioses egipcios. Ya vamos distinguiendo a Hator de Isis y Osiris.
La calorina del día se empieza a notar y aunque la vuelta la hacemos sobre las 9:30 de la mañana, el calor aprieta. De vuelta al barco para finalmente desembarcar. Pero antes, tenemos suerte de coger algo de wifi para comunicar que seguimos vivos. Habíamos estado sin cobertura y no contábamos con ello.
Comienza nuestra mañana en Aswan tras despedirnos de Hossein. De vuelta con Mohammed, nos vamos a ver la alta presa. De ahí, conocemos a Dino, quien será nuestro guía en adelante. Rumbo a Filae. El calor aprieta y se agradece cada sombra.
Pasamos hasta el embarcadero con cara de esfinges. No hay tiempo ni energia que perder. De sombra en sombra y tiro porque me toca, vamos descubriendo las curiosidades del templo de Phiae: Hator y la alegría dibujada en su rostro al séptimo día de dar a luz, cómo con la llegada del cristianismo se destruyó una imagen de la diosa Isis con Horus en sus brazos que se asemeja a la virgen María y al niño Jesús,.. también olemos una piedra que se emplea a modo de peregrinación. Antes de dejar el templo, con la sudada y la calorina en todo su esplendor, devolvemos a un gato a su camada, que se había hecho el explorador. Un poco de agua fría y a recuperarnos al siguiente barco para comenzar con el crucero por el Nilo.
Llegamos ya a las 13:15. Check-in rápido, dejar en las habitaciones todo (¡con un Ferrero de bienvenida incluido!) y listos para reponer fuerzas antes de la visita de la tarde, que comienza con un paseo en faluca que no da muchos e sí, ya que estás al ser de vela, en el caso de no haber viento, no pueden navegar. Así que, toca remolque hasta las a fueras y luego, hacia el poblado Nubio.
Pero antes, una parada importante para un refrescante baño en el Nilo. ¿Para qué bajar por la rampa del barco su puedes salir de un brinco? Ella, siempre elegante. Mira que a mí me gusta el agua fría pero no esperaba semejante frescor. Cuesta un poco adentrarse pero una vez pasado el punto crítico y como siempre hay que hacer meterse de cabeza, todo mejora. Un buen baño, un pequeño percance del guía a modo de cucaracha y al barco: preparados para la vida moderna o en modo comando, tras habernos refrescado, llegamos al poblado Nubio. Una zona colorida, donde teóricamente siguen viviendo los últimos nubios, desplazados del sur del país. La venta de leche al por menor resulta, cuanto menos, curiosa. Tras la visita y la compra de algún souvenir, solo queda la vuelta al atardecer por el río Nilo. Es curioso: ninguna niña bañándose en el río (ni no bañándose).
Ya en el barco, solo queda ducharse al final del día. Poner un poco de orden en la habitación (con alguna que otra visita a recepción), y acicalarse para el cocktail de bienvenida y posterior cena. Un final de día que no da ni para acabar de escribir del cansancio.
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