4.00 a.m. Suena el despertador. Hay que ponerse en marcha. Ducha rápida y a las 4.30, A e I pasan a recogernos. ¡Ya estamos en marcha! De cháchara en el coche, el camino se nos hace ameno. En el aeropuerto, embolsamos las maletas tras las primeras fotos de rigor y tras facturar, hacemos el primer desayuno del día.
Según llegamos al primer vuelo, me toca ir atrás del todo con unos japoneses. Todo por saber inglés XD. El cafecito en el avión con la napolitana y el Hola hacen muy amena la hora y media. Ya en París, al cambiar de terminal, ya estamos G y yo levantando la mano según nombran nuestra terminal M XD. Así, como tontas jajaja.
Al llegar a la nueva terminal, cual gorditas, decidimos tomar un tentempié. Eso y darle a la lengua que es parte vital del viaje. Punto para el aeropuerto de Charles de Gaulle por tener WiFi. Paseito arriba y paseito abajo, llega la hora de embarcar.
Llegar al asiento del avión y dos sorpresas: la primera, además del kit de manta, almohada y cascos, pantallas; la segunda, tres chicas de Tolosa en la fila delantera. Euskaldunes por el mundo XD.
En cuanto se estabiliza, unos cacahuetes. A la hora, la comida. Bastante decente, la verdad. Después, la odisea de poder dormir. I como un tronco. A G no le hacen demasiado efecto las pastillas pero bien. Yo, pues a ratos.
Lo mejor, sin duda, las vistas. Noche cerrada. Una media luna naranja y el cielo lleno de estrellas. Increíble.
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