miércoles, 14 de agosto de 2019

Día 19 - Koh Tao

Segundo día completo en la isla y el plan sigue siendo similar: relax al aprovechando el sol. Tras desayunar, alquilamos las motos. Hay que decir que los cascos son una mierda (calimeros) pero que las motos son bastante buenos más decentes que en Indonesia.

Así que tras mirar distintas opciones, tiramos hacia Aow Leuk. Hay muchas menos indicaciones en la carretera de las distintas calas y a pesar de parar para comprobar Google maps, no llegamos a esta playa. Aparecemos en Freedom Beach, o más bien, en un hotel que hace su agosto gracias a los 100tbh que te cobran por entrar en la playa. Al menos te dan una botella de agua.

Así que por fin una caña pequeña, turquesa, con árboles casi en la orilla para dar sombra. Un poco de snorkel, un poco de remojo (aunque el agua es pis total), libro, toalla. Relax.

Al mediodía, con una sed del carajo, nos acercamos al chiringuito: un Pad Thai riquísimo. De los mejores que hemos comido. Al fondo ya se atisba el cielo cambiante así que tras comer, G. haciendo snorkel y el resto andando, nos vamos a la otra cala. Poco nos dura la alegría: un baño rápido y poco más. El cielo cada vez más oscuro. Pero la clave es ver cómo los del bar están cerrando y poniendo una carpa.

Nos vestimos a toda leche, subimos a por las motos. Empieza a chispear. Un chico nos ayuda con la moto a la que le cuesta arrancar y es empezar a conducir y que caiga el diluvio universal. Mejor no describir la visibilidad que había: ni 50m. Llegamos empapadas. Vamos, que escurrimos la ropa antes de entrar a la habitación pero al menos, de una pieza.

Mientras sigue la tormenta, nos duchamos y ponemos todo a secar. Lo cierto es que no dura más de 40 min y empieza a despejarse. Así que tras descansar un poco, decidimos bajar al 7eleven a por algo y volver.

Al menos esa era la idea. Acabamos en el Pura Vida tomando algo y cenando barbacoa. Nos volvemos a encontrar con los catalanes de Chiang Rai. El ambiente invita a quedarse y así lo hacemos hasta que a las 10 de la noche quitan la música. Sólo nos queda volver y hacer las mochilas de nuevo: mañana cambiamos de isla.










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