En el aeropuerto lo primero es facturar el equipaje: el nivel de liquidos qué llevamos no permite ir sin facturar culpa de Olive Young🤣🤣🤣🤣). Siguiente paso: ir a la zona F para la devolución de los impuestos (en algunos sitios es automático y en otros en el aeropuerto). No nos coge todos los tickets y encima, el efectivo se recoge ya en la zona de embarques así que, no sé si no es mejor hacerlo directamente allí.
Tercera parada antes de pasar el control: pasar por el 7 eleven para recuperar el dinero que ha sobrado en las Tmoney, las tarjetas de trasporte: se puede comprar con ese dinero o se puede pedir que te devuelvan el dinero pero se paga un gasto de 500wones. Con el dinero recuperado, hacemos un bote común para luego.
Toca pasar el control: de lo más cómodo porque sólo hay que sacar iPad y/u ordenador. Así da gusto que no son horas para nada y cuanto más fácil sea todo, mejor.
Tras recuperar el dinero del tax free, nos vamos a por un cafecito que falta hace porque el cansancio ya es de otro nivel. En el aeropuerto nos cruzamos con un robot que pulula por ahí cuya única función es transportar maletas. De verdad, una monada útil.
En seguida embarcamos y la suerte está de nuestro lado: 14 horas de vuelo que haremos de dos en dos en 3 asientos. No sé si me hace más ilusión eso o el neceser monísimo que ponen en Korean airlines para los amenities.
El vuelo, a pesar de ser de día, va en configuración nocturna así que tras la primera comida, bajan las luces y llega la primera siesta. Así pasa todo el vuelo entre comida y siesta y vuelta a empezar. Las ultimas dos horas se hacen un pelín pesadas pero la verdad es que entre que vamos muy cómodos por no tener a nadie en medio y poder estirarnos o coger distintas posturas y el pienso en el que vamos, el vuelo es mucho más llevadero de lo esperado. Eso y que el cansancio acumulado que llevamos ayuda a que parte del viaje sea dormidos.
Ya en Madrid, nos vamos a casa en Cabify (ellos, lujosos), unas cervezas frías y unas tortillas de patatas en la terraza y antes de las 22:00 estamos en la cama (en Seoul serían las 05:00): mañana toca madrugar.
04:47 suena el despertador. Al menos hemos podido descansar unas cuantas horas y parecemos personas. Subimos a barajas en Cabify de nuevo. La cola de facturación es enorme pero con un poco de suerte, nos derivan a nuevos mostradores y en unos 15 minutos lo tenemos hecho (no puede decir lo mismo el chico del mostrador 875: hay gente que siempre es una notas😒😒😒)
Solo queda pasar el control (comentamos la diferencia de actitud de estos controles comparados con los coreanos mucho más enfocados en ser serviciales), un café ( y aprovechar para probar el croissant aplastado de the Hungry club) y hora de embarcar. Vuelve la suerte en el vuelo: fila libre y cambio de asiento. Desde la ventana se observa el humo de los incendios forestales que cubre todo el cielo. Llama muchísimo la atención. Donosti nos recibe con 20 grados, cielo nublado y alguna gota: ongi etorri etxera.😊😍