La primera parada del día son las escaleras Somang. Para llegar, nos toca hacer alguna carrerita que otra pero llegamos sin mayor problema a la propia escalera (se agradece porque con la calorina que aprieta...). Al llegar solo nos encontramos con una instagramer por lo que podemos subir y sacarnos las fotos pertinentes bastante fácilmente. Nos cruzamos incluso con algún vecino.
Paraguas en mano, nos vamos en autobús hacia la zona de Gamcheon. nosotros y 917632 turistas más, claro. Menos mal que el segundo autobús te sube hasta la propia oficina de turismo porque hasta al autobús le cuesta subir semejantes cuestas empinadas.🙈🙈🙈
La chicharrina de nota y tras pasar por la oficina de turismo y situarnos un poco, nos refugiamos en una cafetería a subir la tensión, bajar la temperatura y subir la energía. Nosotros nos hacemos con dos mesas porque andamos rápidos pero hay otra chica que se abalanza sobre la mesa contigua sin que todavía se hayan ido los que estaban. Parece la jungla.
Damos la vuelta por Gamcheon, parando a por los sellos, haciendo algunas compras y tirando 8161633 fotos. Para cuando acabamos la vuelta, el calor aprieta y antes de subir al bus, paradita de hidratación.
Nos vamos en autobús a la zona de BIFF y buscamos donde comer. Hacemos la parada técnica en el primer lugar que nos convence para comer y tiene aire acondicionado: una cada de pollo frito que nos parece un planazo.
El plan de la tarde es dar una vuelta por el barrio así que comenzamos, no sin antes hacer una paradita en un fotomatón: se nos acaban los días y al final ¡nos vamos sin hacernos las fotos! Eso sí, la mugre que tienen los accesorios no es mi medio normal.🙈🙈🙈
Ya con las fotos en nuestro haber, nos vamos al mercado de Jalgalchi, un mercado de pescado fresco en el que destacan además del pulpo escapista que quería irse de la pecera, los pescados acinados en los puestos. Es muy curioso ver cómo en cada país los productos se comercializan de distinta manera. Y para ser un mercado de pescado, el olor, ni tan mal.
Pero el cansancio acecha así que decidimos tomar un café en ten percent, cadena que hemos visto bastante en Busan (mejor imagen que calidad). Con un poco de cafeína en las venas, nos dedicamos a hacer recaditos por la zona. Al parecer debemos ir con el cerebro al ralentí cuando una cajera nos suelta airosamente un 'hurry yo, please' que no hace más que nos descojonemos vivos.
Poco sabíamos que llegábamos a nuestra perdición. Entramos en Olive Young, tienda en la que venden cosmética coreana. En la de BIFF, además, regalan pequeños neceseres. Está claro que en esta tienda sabes cuándo entras pero no cuando sales. Cada x minutos los/las dependientes gritan alguna consigna, hay tanto y tan bien de precio que llega un punto en el que entras en el bucle de comprar y comprar. Con las bolsas llenas, las tarjetas temblando y la dopamina por las nubes, vista la hora que es, decidimos no acercarnos de nuevo a la playa (aunque era el plan)y marcharnos directos al hotel para disfrutar del rooftop e ir preparando las mochilas. Empieza a notarse el cansancio de estas dos semanas.
Pasos: 15.398 pasos
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