sábado, 14 de julio de 2018

Día 11- Gili Air

Hoy nos vamos de buceo. O más bien de snorkel. Desayunamos y a las 9.30 (un poco más tarde entonces realidad), nos vamos al barco. Sólo cogemos las aletas ya que ya traíamos nuestros tubos y gafas.

Nosotros y otros 40 nos vamos en busca de un mundo diferente. La primera parada es un primer intento para ver tortugas. Primer salto del barco con aletas incluidas. Al principio es una sensación un poco de pato pero en seguida se le coge el truquillo. Hay corrientes bastante fuertes y cuesta nadar en contra. Poco antes de subir al barco vemos a la primera tortuga: está lejos, en el fondo, pero algo es algo.

Volvemos al barco y poco minutos después, segunda parada. Esta cerca de Gili T. Al poco de bajar vemos otra tortuga super cerca. Seguimos nadando y volvemos a ver a otra. Volvemos al barco emocionados y nada más subir, ¡aparece otra enorme! Sin aletas nos tiramos otra vez.😜😜😜 Era como la de Nemo: ¡150 años y contando!

Volvemos a subir, esta vez para quedarnos, y seguimos a nuestra tercera parada: el arrecife. Vemos la casa de Nemo. Se ve perfectamente dónde acaba y dónde comienza la inmensidad del mar. Vemos a todos los amigos de Nemo: mini Dory, Scar,... Menos Nemo, todos.

Las 12, así que paramos para comer en Gili Meno. No hay más que un par de chiringuitos. Aquí todo va en ritmo isleño. Nos tardan en servir pero al menos esta bueno. O es el hambre que traemos, que también puede ser.😂😂😂

Antes de volver al barco, nos damos un chapuzón rápido. Los del barco nos miran raro; ni que no fuéramos a bañarnos en breve.😂😂😂 Último snorkel: las estatuas bajo el mar. Aquí es donde nos llegamos a agobiar un poco con la de gente que hay. Pero bueno, conseguimos verlas, incluso tocarlas. La verdad es que hay mucha más corriente de la que esperábamos. En cuanto dejas de nadar, te alejas unos 3 metros. En una de estas, uno grita que hay un niño sólo. Reconocemos a Mattin, un niño francés de nuestro barco y ahí nos veis intentando aflorar mi francés para explicarle quien es la loca de las gafas y para que esté tranquilo. Lo medio conseguimos y localizamos a su familia. Ponemos rumbo al barco para ya ver a Gili Air.

Sobre las 3, con la marea muy baja ya, llegamos de vuelta a la isla. Encallamos, así que, mochilas al.hombro, escarpines a los pies y a caminar hasta la orilla. No hay mejor inversión que los escarpines si vais a venir. De verdad.

Con el sol todavía castigando la piel, buscamos una hamaca donde poder pasar la tarde. Zumo de piña y mango, iced latte y a seguir leyendo y descansando. Se nota que hemos estado rato nadando; estamos bastante cansados. Otro atardecer sorprendente más en Gili Air.

Volvemos a casa con unas cervezas y unas patatas bajo el brazo. Una ducha (y no digo una buena ducha porque el agua aquí es horrorosa y no hay quien disfrute de esa ducha) y salimos de nuevo. Nos alejamos algo más ya que buscamos un cajero y así es como nos situamos en la zona más oeste de la isla.

Cenamos, evidentemente en ritmo isleño, de lujo. Al menos la espera nos sirve para hacer una videollamada (kaixo, M!). Con la tripa llena, nos vamos de vuelta. En el camino, conseguimos los billetes de ferry que queremos por un precio bastante mejor (fast boat + shuttle a Ubud, a las 14.30, 550.000Rp). Así que volvemos contentos. Eso sí, las cervezas se quedan en el frigorífico porque el cansancio puede conmigo.😊😊😊



No hay comentarios:

Publicar un comentario